El servicio de streaming acaba de lanzar una serie, perfecta para maratonear y terminar en la misma noche.

Los Sandell, a priori, son una familia más que normal. Adam, el padre, es sacerdote, y Ulrika, la madre, es abogada. Viven en un barrio residencial a las afueras de Lund donde son miembros de la comunidad. Así que, cuando su hija Stella de 19 años es arrestada por asesinato, esta fachada idílica se agrieta con la contundencia de una pesadilla a medianoche de la que no se consigue despertar. Es Una familia normal, la serie en la que Netflix confía para tener pegados a sus suscriptores a la pantalla.

El cadáver por el que la hija es sospechosa de asesinato es un joven con el que había tenido un idilio. "Me gustaba", reconoce Stella en las imágenes con las que Netflix quiso abrir boca entre sus suscriptores. Pero, a medida que se revelan más hechos, Adam y Ulrika no tienen otra opción que hacerse la pregunta que ningún padre se quiere hacer: ¿podrían haber criado a una persona capaz de quitar la vida a un hombre?

Una familia normal tiene como objetivo dinamitar los cimientos de la familia y de las ideas preconcebidas a su alrededor a través de los valores sociales, culturales y morales. ¿Hasta qué punto conocemos a quienes queremos y con quienes convivimos? ¿Y hasta dónde llega el deber de proteger a un hijo? La ficción no pretende ser tanto un whodunnit (o sea, descubrir la identidad del asesino) como conocer las circunstancias alrededor del crimen y las consecuencias que el asesinato tiene en los Sandell.